MIAMI, FL — 9 de junio de 2025 — (NOTICIAS NEWSWIRE) — La reciente proclamación del Presidente Donald Trump, que busca restringir la entrada de ciudadanos venezolanos y cubanos a los Estados Unidos, representa un golpe profundo a comunidades que han huido de regímenes represivos en busca de libertad, estabilidad y protección. Esta medida no solo criminaliza la necesidad humana de buscar refugio, sino que además ignora las realidades políticas y humanitarias que empujan a estas personas a nuestras fronteras.
Cubanos y venezolanos no están llegando a los Estados Unidos por capricho. Huyen de crisis humanitarias graves, de gobiernos que persiguen a quienes piensan diferente, de economías colapsadas, de hospitales sin insumos, y de inseguridad generalizada. En muchos casos, estos migrantes ya tienen lazos familiares aquí, contribuyen activamente a la economía y buscan regularizar su estatus a través de canales legales. Pero ahora, con esta proclamación, se les da la espalda.
Históricamente, los Estados Unidos han sido un faro de libertad para quienes escapan de la opresión. ¿Cómo podemos entonces justificar una política que cierra nuestras puertas precisamente a aquellos que más necesitan protección? Esta decisión deshumaniza a miles de personas y contradice los principios de asilo, refugio y solidaridad sobre los que se construyó este país.
Esta medida no hará que las dictaduras en La Habana o Caracas desaparezcan. Tampoco detendrá a quienes están desesperados por salvar a sus hijos de la miseria o de la persecución. Lo único que hará es poner más vidas en riesgo, forzar a muchos a caminos más peligrosos y prolongar el sufrimiento de familias separadas.
Como abogada de inmigración con casi dos décadas de experiencia, he escuchado directamente los testimonios de quienes han cruzado selvas, ríos y fronteras para llegar aquí con la esperanza de ser escuchados. No podemos permitir que esa esperanza se apague.
Insto a nuestras autoridades y a la comunidad en general a reflexionar profundamente sobre el impacto humano de estas decisiones. La compasión y la justicia no deben ser ideológicas. Deben ser principios universales que guíen nuestra política migratoria.
Por Maribel A. Piza, Abogada de Inmigración
Sobre la autora
Maribel A. Pizá es una abogada de inmigración dedicada a defender políticas que promuevan la justicia y la equidad. Está disponible para entrevistas y comentarios al (954) 367-6492 o por correo electrónico a maribel@maribelpizafl.com.
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